Si el año 2020 está siendo de una tremenda dificultad para todos los sectores de nuestra economía debido a la pandemia de la COVID-19, el de la automoción parece estar sufriéndolo de forma todavía más severa.
Desde el taller mecánico de barrio hasta el conductor de VTC o taxi, este ejercicio pone a prueba día tras día la capacidad de resiliencia de nuestro sector. Precisamente sobre el sector del taxi y el VTC va este artículo. Porque si el año 2019 fue el de transición, con la entrada en vigor de las nuevas normativas de regulación de este sector, 2020 nos está dejando un panorama del que los miles de Uber y Cabify parados en Madrid por la crisis son la imagen más gráfica de la situación.
El gran debate sobre cómo se deben gestionar las licencias entre taxis y VTC en las grandes ciudades del país viene de un verano de 2018 que parece ya muy lejano. Hablamos de aquel verano en el que los taxistas de Barcelona cortaron la Gran Vía durante semanas enteras y donde la tensión llegó también a Madrid, Valencia y otras ciudades.
Los tribunales tomaron entonces el protagonismo y las distintas resoluciones que fueron apareciendo a lo largo de 2019 marcaron el devenir de los meses siguientes. Recordamos que estas sentencias indicaban que en Cataluña un vehículo con licencia VTC se debe reservar con una antelación mínima de 15 minutos, mientras que por ejemplo en Madrid esto no es necesario.

¿En qué punto se encuentra el parque móvil de VTC en España?
A nivel de licencias, en pleno crecimiento. Según informaciones recientes, Madrid cuenta con más de 8.000 coches VTC, siendo este número casi la mitad de las licencias existentes a nivel estatal. Por su parte, a principios de año en Barcelona se contaban aproximadamente 2.500 licencias, tras un crecimiento mucho más moderado.
Como vemos, se trata de unos números grandes pero muy lejos de los taxis, cuyo número de licencias a nivel estatal se sitúa en más de 60.000. Claro que este crecimiento estaba supeditado a una economía en auge, con turistas, gente de negocios y mucha vida social por parte de los ciudadanos. Todo esto se ha visto dinamitado por la crisis sanitaria, haciendo que desde el mes de marzo y hasta previsiblemente el primer trimestre de 2021, la salud de este servicio público que ofrecen taxis y VTC se vea seriamente debilitado.
No hay ningún taxi ni ninguna empresa VTC de Madrid o Barcelona que esté pudiendo sortear esta crisis. Así, mientras los taxistas reducen sus jornadas laborales y aumentan sus vacaciones en busca de mitigar los efectos de la crisis, un enorme número de VTC se han visto obligados a aparcar sus vehículos temporalmente, hasta que las empresas propietarias de las licencias decidan volver a operar con relativa normalidad.
En realidad, no es ninguna sorpresa: cierres de locales y servicios, confinamientos perimetrales y toques de queda nocturnos, unidos a las restricciones de viajes, forman un cóctel del que las calles vacías son el perfecto testimonio. Con unas ciudades en desaceleración, el negocio del transporte con conductor no es sostenible, y de este siguen dependiendo miles de familias.
Solo queda esperar y desear que las declaraciones de los portavoces de ambos sectores estén en lo cierto, y que de este nefasto 2020 solo quede soportar el golpe y que, con la llegada de 2021, la sociedad y la economía vuelvan a una paulatina normalidad.
