Museos Motor

Los motivos para visitar la exposición Motion del Museo Guggenheim

 septiembre 1, 2022

Por  Carlos Carballo

Podemos decir que, por una vez en este país, estamos de suerte en un tema relacionado con la cultura automovilística. No en vano, el Museo Guggenheim de Bilbao nos presenta, solo hasta el 18 de septiembre de 2022, la irrepetible exposición “Motion. Autos, Art, Architecture”.

Y en RetroRacing.es no teníamos otra opción que no fuera la de acercarnos al Guggenheim y explicar por qué es una visita imprescindible.

Introducción a Motion. Autos, Art, Architecture

Esta exposición, comisariada ni más ni menos que por Norman Foster, nos trae al país piezas que, de otra manera, seguramente no tendríamos ninguna otra opción de verlas en directo.

En Bilbao, una visita casi obligada ya de por sí es la del museo Guggenheim. Diseñado por Frank Gehry, supuso un punto de pivote imprescindible en la capital de Vizcaya, para comprender la brutal transformación de esta, pasando de ser la ciudad de los altos hornos a uno de los ejes culturales y arquitectónicos del país.

Pero volvamos a la exposición. ¿Dices que Sir Norman Foster ha comisariado una exposición de coches clásicos? En efecto sí, pero sería un ejercicio absurdamente reduccionista e injusto el tratar a la exposición así, como “una exposición de coches clásicos”, pues esto va mucho más allá.

El arquitecto inglés siempre ha sentido especial predilección por el automóvil. Hay una frase que me gusta mucho de él, y es que el automóvil es el “engalanador” de la arquitectura, como si estos fueran como un buen conjunto de joyas que complementaran ese buen traje en las ciudades.

Y por ello no ha podido dejar de englobar al automóvil dentro de las grandes artes del siglo XX, junto con la arquitectura y el arte. ¿Acaso no hay arte en el automóvil? La misión del museo es generarnos esas preguntas. Así que entremos a intentar responderlas.

Cómo visitar la exposición

La entrada al museo es de carácter general, donde pagas una entrada (16€, distintos descuentos disponibles) para poder ver todas las exposiciones.

Nuestro consejo es que, si podéis, las compréis con antelación y con una hora programada. El alto volumen de visitantes hace que el museo sea una visita turística por ella misma, y es aconsejable reservar una hora que sea la adecuada para vuestra visita.

Entramos en la exposición Motion

Subiendo a la primera planta, y discurriendo por el orgánico recorrido de los pasillos alzados e iluminados por los inmensos ventanales que dotan de luz natural a las salas comunes del museo, un gran cartel rojo con letras sin serifa nos da la bienvenida:

MOTION

autos, art, architecture

Los pioneros

La primera sala, con una iluminación tenue, nos pone en contexto: El automóvil nos cambió la vida, cambió la forma que teníamos de plantear las ciudades, de planear nuestros viajes. Ha cambiado nuestro comportamiento como ser humano.

Aquí encontraremos el primer automóvil Benz que realizó un viaje interurbano, el Patent Benz. Y junto a él, una amalgama un tanto extraña de vehículos, pero que tienen un sentido.

Justo a su derecha, encontraremos un Lohner-Porsche, considerado el primer vehículo híbrido de la historia… ¡de 1900! Y es que por aquel entonces, aunque parezca mentira, la electricidad era la fuente de energía que cogía mayor consideración, y no el combustible de origen fósil.

Si seguimos, un elegantísimo Voisin, que no está de casualidad, se trata ni más ni menos que del C7 personal de Le Corbusier, el trascendental arquitecto que, como el resto de grandes figuras del momento, veían en el automóvil un nuevo elemento de culto, vertebrador de nuestro día a día.

Para él, su importancia era tal que su arquitectura giraba alrededor del automóvil personal, imaginándose viviendas de tipo funcionalista, desde las que el acceso a tu vivienda era una vez aparcas tu coche debajo de ella.

Rodeando la planta circular de esta primera estancia, aparece un Bugatti Type 35. Poco vamos a descubrir de él, ¿verdad? Se trata del coche de grandes premios más laureado de toda la historia.

En su momento eran literalmente invencibles, y sus victorias se contabilizan por centenares hasta día de hoy, siendo una habitual montura de los Grand Prix de pre guerra.

Pero fijémonos en nuestro alrededor. Un Zeppelin, planos y fotos de grandes urbes en blanco y negro que nos pueden resultar muy reconocibles, carteles en policromía del Gran Premio de San Sebastián… no es nada azaroso. Estamos en los primeros años 20 del siglo XX, cuando absolutamente todo el mundo contemporáneo que conocemos en Europa se estaba diseñando. Las ciudades empezaban a tomar organigramas cuadriculares, los transportes aéreos empezaban a ser factibles y utilizables, y en las que por entonces se consideraban las afueras de las ciudades, se celebraban las primeras carreras de coches en entornos urbanos.

El automóvil y el avión iban muy de la mano durante aquellos años, tanto es así que el Tatra y el Chrysler Streamline que tenemos delante, aunaban esos incipientes conocimientos aerodinámicos y nos los servían en dos avanzadísimos modelos que fueron innovadores en su momento y hoy, piezas de culto.

Ya os avisábamos, Motion es una exposición que va mucho más allá.

Sculptures: la gran sala de la exposición

Pero sigamos, porque en una sala de un perfecto blanco, y en pedestales, no hay nada más que 4 automóviles, una escultura de Henry Moore, y si miramos encima de nosotros, un móvil de Alexander Calder, pero podrían ser perfectamente 6 esculturas. Bienvenidos a la sala Scupltures, la que quizás es la más especial, donde tenemos delante de nosotros a:

  • Bugatti Type 57 SC Atlantic
  • Figura recostada de Henry Moore
  • Pegaso Z-102 Cúpula
  • Bentley R type Continental
  • Delahaye type 165
  • 31 de enero, de Alexander Calder

Intentaremos trasladar con la mayor fidelidad posible todas las sutilezas sensoriales de la sala, la cual mantiene un sepulcral silencio, se habla en voz baja, y la esculturalidad de las piezas allí juntadas es tal, que ellas son las que nos hablan.

Como hemos dicho, nada es casual y todo se explica con todo. Nos encontramos en un momento en el que el mundo cambia, y el arte se expresa en movimiento. La modernidad era velocidad, dinamismo, y los lenguajes del momento lo expresaban hasta el punto de que Filipo Tomaso Marinetti lo convierte en un manifiesto y movimiento artístico, y por ello todo esto está aquí.

Bugatti Type 57 SC Atlantic

Pongámonos delante del Bugatti Type 57 y contemplemos con la pausa y el sosiego del que sabe que estamos delante de una pieza de más de 80 años, y es eterna. Solo se crearon 4 en el mundo, y el último de ellos, la “voiture noir” propiedad de Ettore Bugatti, desapareció en extrañas circunstancias en plena evacuación durante la Segunda Guerra Mundial sin dejar rastro hasta el día de hoy. Así que tienes delante de ti a uno de los dos únicos ejemplares del mundo.

Parece diseñado a partes, realmente no hay una uniformidad de líneas. Nos encontramos con un frontal muy tenso, y seguimos leyendo sus formas conectadas por sus aletas para acabar con una trasera fluida y armoniosa atravesada por una espina dorsal remachada.

Su función no es práctica, sino ornamental, y dota al conjunto de un lenguaje técnico que en aquel momento estaba muy en boga, muy vinculado con la aeronáutica y los transportes de alta tecnología.

No es un vehículo deportivo, tampoco un amplio Gran Turismo, realmente no es nada más que un vehículo de puro status; pensemos por un momento en cuando nos ponemos un traje para ir a un evento: no es cómodo, no podemos hacer grandes movimientos y tampoco iremos a correr en él, pero podemos ser los más elegantes del lugar. El Bugatti es un “coche traje”.

Pegaso Z-102 Cúpula

Y al lado, sin mirarse y dejándose el suficiente espacio para que no entablen más que palabras, tenemos un auto que a nosotros nos tiene el corazón robado, que se fabricó íntegramente en Barcelona, y que nos fascina: el Pegaso Z-102 Cúpula.

Año 1953, en una España deprimidísima socio-económicamente y en pleno raciocinio, ENASA, siguiendo con sus desarrollos de deportivos bajo la tutela y deseos de Wilfredo Ricart, y experimentando con carrocerías de tipo Touring Superleggera, crea este coche de diseño totalmente ecléctico, donde nada cuadra con lo establecido y todo tiene una armonía extraña, estridente, intimidante.

El Chasis 121, que tenemos delante de nosotros, fue carrozado íntegramente por ENASA, y no elucubraremos sobre su turbulento pasado en el otro lado del charco, o sobre la posible existencia de una o dos unidades. Ahora mismo estamos delante del que seguramente sea el coche más bonito y especial que nuestro país ha hecho y hará nunca.

Sus formas son orgánicas, en su perfil podemos ver algo de escualo, en su absurdamente amplio frontal, un rotundo paquidermo, y en sus colores amarillo y rojo podemos ver reclamo, vistosidad, casi la advertencia de un peligroso insecto. Verdaderamente despierta sensaciones que no estamos habituados a atribuir a un automóvil. Precisamente lo que consigue el arte.

Otras piezas de la sala Sculptures

Cuidado si echas para atrás, porque darás con una escultura de Henry Moore en un elevado pedestal. Y es que el coetáneo norteamericano realizó esta escultura sin pensar en que tiempo después, tocar las formas de un automóvil le recordarán a esta escultura.

¿Y qué me decís del móvil de Calder en el techo? Démonos cuenta de cómo la escultura se convierte en un elemento con complicaciones móviles, diferente a cada instante.

Completando el escenario tenemos un elegante y (atención), coetáneo Bentley Atlantic Type R de 1953 como el Pegaso, y un mastodóntico y trasatlántico Delahaye Type 165.

Realmente resulta muy difícil dejar atrás esta sala, porque uno es consciente que al girar la vista y seguir el recorrido, probablemente no verá nunca más en persona estas piezas. Y para muchos, como nosotros, son el estandarte de su afición, de su pasión, poco menos que el Santo Grial.

Pero debemos seguir, y es a continuación donde de un plumazo, pasamos a una sala que nos habla de la democratización del vehículo, y cómo este pasó a ser el gran centro de parejas y familias, para viajar, para trabajar, y en definitiva para tener una libertad e independencia como persona nunca conocida por generaciones anteriores.

Los clásicos populares de la exposición Motion

El Mini, el Citroën 2CV, el Volkswagen y el mítico Fiat Nuova 500 son ya iconos de la cultura popular, por motorizar a generaciones enteras y extender el virus de la libertad a través del automóvil por todo el mundo.

Y después de este pequeño y vistoso reconocimiento a la cultura pop del automóvil, volvemos a ver cómo todo cambia de tono, y se vuelve  elegante, sobrio, los cromados toman protagonismo y las formas de tintes veloces vuelven a coger forma.

Coches deportivos y únicos en el Museo Guggenheim

Algunas de las unidades que tenemos delante de nosotros no son unas “cualquiera”, ya que ese Ferrari 250 GTO pertenece ni más ni menos que a Nick Mason, batería de Pink Floyd y reconocido fanático del automovilismo. Una unidad muy conocida, ya que se puede ver habitualmente rodando a toda velocidad en festivales como Goodwood con su singular número 22 en las puertas.

Y al ser una unidad tan reclamada en eventos de todo tipo, recientemente esa unidad ha sido sustituida en la exposición por ni más ni menos que un exótico Ferrari 250 MM participante de la Carrera Panamericana, ya que muy pronto se celebran el 60 aniversario del 250 GTO, y una unidad tan carismática no puede faltar a tal celebración.

Al fin y al cabo, que estos coches salgan a participar por el mundo es una buena noticia para todos los aficionados, en nuestra opinión, un vehículo, indiferentemente de su valor, debe salir a ser lo que es: un automóvil.

¿Y ese Aston Martin DB5 de James Bond? No es una de tantísimas réplicas hechas ad-hoc. Esta unidad es una de las utilizadas durante la filmación de Goldfinger en 1964, con Sean Connery al volante. Todos sus gadgets son funcionales, así que cuidado con tocar…

La traca final

Y acto seguido, siguiendo por el recorrido, nos encontramos en una sala blanca no muy grande, pero sí muy alta, donde las creaciones que podemos encontrar son de altos vuelos.

Aquí encontraremos prototipos tan únicos como el DYMAXION car de Norman Foster, el Lancia Stratos Prototipo, el fascinante y exótico Alfa Romeo BAT 7, los prototipos supersónicos de General Motors, y el Mercedes-AMG de F1 de la temporada 2020.

Esta curiosa amalgama, que a priori podría parecer un almacén de los “incomprendidos” no es para nada así, y es que todos ellos, a su modo, fueron disruptivos, y anticiparon formas y maneras de comprender el automóvil que llegarían años más tarde. Y es por ello que elevamos esas creaciones primigenias a la categoría de arte.

La exposición comienza a llegar a su fin el momento en el que la sala dedicada a la cultura estadounidense, los coches americanos y su relación con el automóvil nos reciben. Neones multicolores, Pop Art en plena ebullición, infinitas carreteras que se pierden con la curvatura de la tierra, estaciones de servicio como “templos de culto” del consumismo…

Estados Unidos merece una sala aparte para comprender su amor por transformar un coche en algo único. Desde el fastuoso y brillante Cadillac El Dorado, pasando por el eterno Ford Mustang hasta el servicial e icónico Jeep Willys. Quizás no hay mejor triunvirato con ruedas que defina mejor las aristas de dicha cultura.

Y como comentábamos, todo debe llegar a su fin, un larguísimo pasillo nos conduce al final de la exposición, con los sonidos de aquellos coches que hemos visto, reproducidos en alta fidelidad, como guinda sensorial a tal explosión de sensaciones vividas.

Y es que a estos coches solo les ha faltado sonar para demostrar su arte. Como broche final, el sonido de esta exposición ha sido diseñado y supervisado por Nick Mason junto con Sennheiser, y la calidad inmersiva del sonido es simplemente sobrecogedora.

Amigos, hasta el 18 de septiembre de 2022, tenéis una cita ineludible con “Motion. Autos, Art, Architecture” en el Museo Guggenheim. No lo dejéis pasar, porque corréis el riesgo de arrepentiros más adelante…

Texto y fotos: Carlos Carballo para RetroRacing.es. Todas las fotos son propiedad de su autor. Todos los derechos reservados.

Carlos Carballo


Carlos es de Barcelona, pero su credo bien le podría hacer pasar por modenese: es orgulloso propietario de un Autobianchi A112, se mueve por la ciudad en Vespa y su ídolo es (y será) Michael Schumacher. Si a ello se suman su formación como ingeniero y las palabras Epsilon Euskadi en su portfolio, a Carlos le sobran argumentos convertir en interesante cualquier tema que se proponga.

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