Creo que, como aficionado al mundo del motor y los coches clásicos, este uno de esos momentos con el que todos soñamos. Me refiero a esas raras oportunidades que nos permiten rodar, junto a nuestros amigos y compañeros de afición, en un circuito cerrado para la ocasión. Y si esto ocurre en un escenario de la talla del Circuit de Barcelona-Catalunya, ¡la cosa se pone todavía más interesante!
Nos vamos a remontar a una de las Rallyclassics Parade que se suelen celebrar junto a las Porsche Classic Series que tienen lugar una vez al año en el trazado barcelonés. Y en concreto, a un día del mes de octubre en el que se alinearon los astros y nos juntamos diversos amigos del Club Maresme Clàssics con nuestros coches, junto a Sergi y Oriol de RetroRacing.es, que documentaron la experiencia con las fotos que ilustran este reportaje.

Inciso aparte, lo del Club Maresme Clàssics es bien peculiar. Con una afición joven que sigue languideciendo en esto del automovilismo clásico (y del automovilismo en general, para qué engañarnos), encontrarte con cerca de una decena de socios, organizadores y colaboradores que apenas llegan a la treintena es algo verdaderamente extraordinario.
La afición y la locura por el automovilismo en todas sus vertientes nos ha convertido en poco menos que inseparables desde hace años.
Esta era la alineación para la rodada de clásicos:
- Pedro127 trajo su pristino Opel Manta, del que podéis leer sus andanzas por media Europa en este reportaje que también narra su primera experiencia en Nürburgring
- Joaquín desempolvó su impecable Fiat Uno Turbo blanco.
- Albert trajo por primera vez su BMW E30 325i. Unidad que, si bien exteriormente estaba deteriorada por los mordiscos del sol, mecánicamente estaba muy sana, ¡y que iba a estrenarse ese día en el Circuit! Podéis seguir aquí su restauración.
- Y yo, cómo no, fui con Blu, mi inseparable Autobianchi A112 del que también podéis leer su historia aquí.






En este evento de fin de temporada de las Porsche Classic Series, plagado de actividad en pista de coches y motos, la organización de Rallyclassics tiene el enorme detalle de reservar un espacio del horario para que los aficionados puedan entrar y rodar durante unas vueltas en el Circuit, a coste 0 y sin ningún tipo de reserva previa.
Es una oportunidad de oro para acercarte y experimentar qué se siente.



Así que ni cortos ni perezosos, entramos en el carril de boxes para hacer formación y esperar el momento de la salida. No son unas tandas abiertas, ya que se rueda detrás de un safety car, pero no por ello el ritmo es el de una procesión de semana santa. En realidad, se rueda bastante alegre…
Una de las cosas que más sorprende de un circuito de este calibre una vez lo pisas es su anchura, y es algo que ni por televisión y ni tan solo desde las tribunas apreciamos. Desde dentro, los ápices de las curvas se vuelven infinitos y pisar los pianos está casi prohibido si no queremos perder los empastes. Y por supuesto, con los ojos atentos a ambos lados, ya que es bastante probable tener coches en paralelo, ya que la pista lo permite.
No era la primera vez que Blu pisaba el circuito. El pequeño, aparte de haber participado en rallyes de regularidad como el Costa Brava Històric, ha rodado en diversos eventos en Montmeló, y sabe de sobras que un trazado de este calibre le queda exageradamente grande, tanto por potencia como por tamaño.
Pero con el trazado empapado y coches de todos los estilos, lo íbamos a pasar bien.



Con solo el sonido del agua alborotada por nuestros pasos de rueda al avanzar y los motores en pleno empuje saliendo de boxes, aceleramos y buscamos rápidamente nuestro hueco dentro de la comitiva de clásicos.
Por aquellas fechas el trazado del Circuit de Barcelona-Catalunya había sido reasfaltado y se notaba por diversos motivos, el primero de ellos por el nivel de abrasión. Algo que hay que tener en cuenta es que un circuito de este tipo no recibe un asfalto como el que podemos ver por nuestras calles y carreteras. Son asfaltos con niveles de abrasión y finura que nada tienen que ver, y se les exige, además, que sea liso como una alfombra.






Así las cosas, el asfalto no conseguía drenar el agua que iba cayendo sin cesar, por lo que manteníamos unas distancias de seguridad mayores que lo habitual, y la enorme cortina de agua que levantaban los coche allí reunidos hacía que a veces se perdiera la visión sobre el coche precedente y sus luces de frenada.
Sergi era mi copiloto, y ataviado con su inseparable Canon, convirtió la oportunidad en una improvisada sesión fotográfica. El circuito para nosotros y la belleza fotogénica de la lluvia, ¿qué mejor escenario podíamos pedir?



Joaquín, con su Fiat Uno Turbo y yo con mi Autobianchi, sufríamos las lindezas propias de unos tracciones delanteras livianos, con nervio, y que si eras muy optimista en la entrada de curva, las condiciones hacían que el morro no obedeciera como debía y tendiera a tirar recto, de lo que tomamos buena nota y pusimos cautela ante la situación.
Por otro lado, Pedro con su Opel Manta y Albert y Oriol en el BMW E30 estaban en otra liga con sus tracciones traseras. Ellos podían apuntar al ápice con el morro sin problemas, y luego con el gas gestionar lo que pasaba detrás, sin duda una situación mucho más noble en circuito.
De todo ello, un momento para destacar fue cuando en una de las vueltas, en plena subida del Mas de la Moreneta, donde los chasis cambian de apoyo, teniendo justo delante de mí al Manta y al E30, ambos coches derraparon en paralelo, vacilando sus traseras con una sincronización tan perfecta como fruto de la casualidad.
Lo cual, aparte de arrancarnos una carcajada dentro del coche, me obligó a ahuecar el acelerador y recordarme a mí mismo que el asfalto seguía estando delicado.






Las vueltas se fueron sucediendo hasta que la tanda se acabó y nos dirigimos al carril de boxes, dando por finalizada la sesión.
Siempre es satisfactorio y emocionante poder compartir algo tan especial con tus amigos. Al amanecer dábamos el día casi por perdido debido a la climatología y, sin embargo, este nos acabó dejando un escenario imborrable para todos.



Desde estas líneas, si todavía no lo habéis probado, os aconsejo que os animéis a asistir a uno de tantos eventos para clásicos que se organizan en los circuitos y que en su programa cuentan con una salida a pista. Esto lo podréis encontrar en el Espíritu de Montjuïc, en Motorland Classic, en Racing Legends de Cheste… las opciones son múltiples. Que no os preocupe el coche si este no es adecuado para correr o entrar en circuito, ya que solo se trata de disfrutar de la experiencia; solos, en pareja, en familia o con vuestros amigos de afición, lo recordareis siempre, creedme.
¿Y en definitiva, tener y cuidar un coche clásico no se trata de eso?



Texto: Carlos Carballo. Fotos: Sergi Blasco. Todas las imágenes son propiedad de su autor. Todos los derechos reservados.