Cualquier aficionado a nuestro deporte estaría de acuerdo en que la subida al Pikes Peak, disputada cada año en Colorado (Estados Unidos), es uno de los lugares míticos de la historia del automovilismo.
Por ello, en RetroRacing.es hemos decidido dedicarle un espacial, repasando sus más de 100 años de historia, con especial atención a los coches y pilotos de leyenda que han conquistado su cima a 4.300 metros de altitud.
Encuentra miniaturas de los coches del Pikes Peak
Introducción a la subida al Pikes Peak
El Pikes Peak Internacional Hill Climb o Subida Internacional al Pikes Peak es la subida de montaña más famosa del mundo y tiene lugar cada julio en los espectaculares escenarios de las Montañas Rocosas, más concretamente en el estado de Colorado (USA), próximo a la ciudad de Colorado Springs. Es la segunda competición de motor más antigua de los Estados Unidos, solo por detrás de las 500 Millas de Indianápolis.
La subida, también apodada The Race to the Clouds (“La carrera hacia las nubes”) tiene una longitud de 19.99 kms. y un total de 156 curvas. Pero por lo que de verdad destaca esta competición es la altura en la que se desarrolla, puesto que la subida empieza en las proximidades de la Pikes Peak Highway a unos nada despreciables 2.860 m. de altura, para acabar coronando la montaña del mismo nombre a una increíble altitud de 4300 metros. Esto significa una ascensión de 1440 metros y una pendiente media del 7% en apenas 20 kilómetros.
Estos detalles hacen del Pikes Peak una subida extremadamente competida y donde la potencia es un elemento fundamental, dado que en el último tramo y debido a la altura el oxígeno es más escaso que al inicio, lo que hace perder aproximadamente un 30% del rendimiento a los motores.
Es por eso que históricamente hemos podido ver participar en la competición a vehículos con motores que rondan los 1.000 CV y en los que “todo vale”, aunque la paulatina tendencia es la de introducir los vehículos eléctricos en la subida, siendo este un escenario perfecto para demostrar las virtudes de los automóviles movidos por energías «limpias» a los que no afecta la falta de oxígeno.
En 2016 se celebró la 94ª edición del Pikes Peak Internacional Hill Climb, pero la primera subida data exactamente de un siglo antes, concretamente del año 1916. Aquel año se decidió crear una carrera de coches que acabase en lo alto de la montaña para publicitar turísticamente la zona.
El primer vencedor fue el piloto Rea Lentz al volante de un Romano Demon Special, el coche más pequeño que participaba. Logró un tiempo de 20 minutos y 55 segundos. Además, aquel primer año ya se contó con una categoría para motocicletas.
Tras aquel primer año llegó la I Guerra Mundial y no se reanudó la prueba hasta 1920. Durante aquella década los vehículos llamados Open Wheel (no carrozados) se erigieron como los vehículos más rápidos y espectaculares de la carrera, ganándose una fama como los “auténticos coches del Pikes Peak”, y es por ello que actualmente esa categoría sigue activa.
El Pikes Peak y las rivalidades entre familias
Glen Schultz fue el primer gran nombre del Pikes Peak gracias a que ganó 8 ediciones en apenas 10 años. Después de él llegaría una de las grandes batallas que se libró en la montaña durante años: el duelo entre Louis Unser y Al Rogers. Ambos pelearon por las victorias entre 1934 y 1951, momento en que Rogers se retiró con 5 victorias.
Dos años más tarde Unser (pionero de una de las familias con más tradición automovilística de los Estados Unidos) colgaría el casco con nada menos que 9 victorias, otorgándosele el título de King of the Mountain (“El Rey de la Montaña”). En aquellos momentos los tiempos ya rondaban los 15 minutos.
Llegarían los años finales de los 50 y el sobrino de Louis, Bobby Unser, empezaría a participar en la prueba que junto a sus 3 victorias en las 500 Millas de Indianápolis le convirtió en uno de los pilotos americanos con más éxitos. Y digo esto porque increíblemente Bobby pulverizó el record de su tío al lograr 13 victorias en el Pikes Peak. Él sí que es aún hoy el auténtico “King of the Mountain”.
Por poner un punto y final a la extensa historia de la familia Unser decir que en el Pikes Peak han participado por el momento 12 de sus miembros repartidos en 3 generaciones (incluida una chica, Jeri), sumando 113 participaciones y habiendo logrado la friolera de 38 victorias entre todas las categorías.
Llegados a los años 70, la competición empezaba a mostrar vehículos preparados específicamente para la carrera como el Wells Coyote, muestra de que la subida era cada vez un evento más profesional. Éste tipo de vehículos han sido los modelos a batir en la categoría Open Wheel desde los 70 hasta casi la actualidad.
Con esta época llegó otro de los grandes nombres, Leonard Vahsholtz, que suma un total de 17 victorias en la carrera, la mayoría de ellas con vehículos de serie. Su hijo Carl sigue participando en la actualidad y ya suma 13 victorias.
Los Grupo B en Pikes Peak: la época dorada
La subida al Pikes Peak le debe su fama mundial no a las grandes familias del automovilismo americano, sino a unos coches que llegaron casi por casualidad. Hablamos, por supuesto, de los Grupo B de rallyes.
Consideramos la “época dorada” de esta competición al periodo de los años 80 a finales de los 90. Durante aquellos años, algunos de los grandes constructores que por aquel entonces triunfaban en rallyes y raids fijaron su objetivo en ser vencedores de la subida del Pikes Peak, para alegría de aficionados y organizadores, ya que aquellos años catapultarían a la fama internacional a la competición.
Para ponernos en contexto, a mediados de los años 80 los coches que competían en el mundial de rallyes eran aún los Grupo B en su fase más extrema: más caballos, más alerones, más trabajo de los turbo y en resumen, más espectacularidad.
Hasta que llegó la trágica temporada 1986, donde los accidentes primero de Joaquim Santos en Portugal y después de Henri Toivonen en Córcega fueron las dos gotas que colmaron el vaso y que impulsaron a la Federación Internacional (FISA por aquel entonces) a cancelar los coches Grupo B a partir de 1987.
Audi contra Peugeot: un duelo inmortalizado por el Climb Dance de Ari Vatanen
Así, marcas como Audi o Peugeot se encontraron con unos vehículos espectaculares y con un potencial increíble sin poder participar en rallyes y, sabiamente, decidieron “reorientar” sus proyectos. Y aquí es donde entra en juego el Pikes Peak, justo en una época en que los Estados Unidos empezaban a ser un mercado más que apetecible para las marcas europeas.
La organización había implantado en 1981 la Open Rally Division que años más tarde pasaría a ser la categoría Unlimited, la categoría libre, lo que dejaba lugar a que estos “monstruos” pudiesen dar rienda suelta a los sueños más húmedos de las marcas, que seguían pretendiendo sacar partido a sus remozadas monturas.
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Y los grandes momentos no tardaron en llegar. El gran equipo Audi emigró durante varios veranos a los Estados Unidos con sus Audi Sport Quattro para reinar allí entre los años 1984 y 1987, primero con dos victorias de la gran piloto francesa Michèle Mouton (primera en bajar de los 12 minutos), seguidas de una victoria de Bobby Unser y una última de Walter Röhrl a bordo del indomable S1.
Aquella temporada Audi, ya fuera del Mundial de rallyes, preparó al máximo su asalto al Pikes Peak con un vehículo, ese año sí, desarrollado exclusivamente para la prueba norteamericana.
Lo importante de aquella última victoria fue que se logró ante la marca rival de Audi en aquellos años: Peugeot, liderada en aquel entonces por Jean Todt, que creía que si su modelo 205 había batido al Quattro en rallyes, también podría hacerlo en el Pikes Peak.
Así que en aquel Pikes Peak de 1987 (quizá uno de los años más recordados) Peugeot desplazó hasta tres unidades del 205 Turbo 16, frente al único Audi Quattro Sport S1 de Röhrl.
Pero llegado el día de la carrera y cuando en Peugeot se las prometían muy felices, el piloto alemán realizó una subida ejemplar y fue el primero en conseguir bajar de los 11 minutos (10:47). Peugeot había sido derrotada de forma clara y en 1988 no quería que volviese a ocurrir. En Audi, por su parte, habían cumplido de sobras su propósito y para 1988 decidieron retirarse de la prueba, hecho que dejó en bandeja de plata las dos siguientes victorias para la marca gala, la primera de ellas ganada por el finés Ari Vatanen, que será recordado por protagonizar el que sin duda es el vídeo más famoso y admirado sobre el Pikes Peak, el Climb Dance.
El vídeo merece una pausa en la lectura para visionarlo antes de seguir, mientras no dejamos de sufrir por ver a Vatanen acercarse en cada curva a esos acantilados de los que no vemos el fondo.
Existe otro vídeo imprescindible que nos muestra cómo fue el momento cumbre en la historia de esta centenaria subida de montaña.
Se trata de un completo reportaje sobre la subida del año 1987 con imágenes del S1 de Röhrl, los Peugeot 205 y muchos otros.
Años 90: Monster Tajima empieza su idilio con Pikes Peak
Tras “aquellos maravillosos años”, el siguiente nombre propio de la competición sería el del japonés Nobuhiro Tajima apodado “Monster”, piloto de rallyes y uno de los máximos responsables de los proyectos deportivos de Suzuki.
Tajima apareció en 1992 en Pikes Peak con un Suzuki Cultus con doble motor (cada uno de 400 CV directo a un eje) y se llevó la victoria.
Cabe decir que Tajima es el hombre a batir en el palmarés de la prueba, pues suma 9 victorias absolutas, las 6 últimas conseguidas de manera consecutiva, antes de dar el salto a los vehículos eléctricos.
Volviendo al tema, los 90 fueron una lucha entre Tajima y el americano Rod Millen, que se presentó con diversos Toyota Celica y Tacoma y ganó la partida al de Suzuki en 5 ocasiones, logrando en 1994 el considerado record más importante de la prueba (10 minutos 4 segundos cuando aún el asfalto casi no existía en la subida). A continuación, un vídeo corto de una exhibición en el Goodwood Festival of Speed del Toyota Tacoma. Veréis lo que significa domar un coche de 1.000 CV.
Tajima, por su parte, también fue cambiando de montura, pasando del Cultus inicial al mítico Suzuki Escudo que tan popular se hizo gracias a su aparición en el videojuego Gran Turismo 2. Fueron años de grandes luchas con unos vehículos extremos, realmente espectaculares.
El nuevo milenio empezaba y Millen y Tajima se centraron en otros proyectos, lo que provocó unos años de parón donde otros Suzuki, un Saab pilotado por Per Eklund, un Mitsubishi o un Ford RS200 a manos de Stig Blomqvist se llevaron victorias que pasaron desapercibidas para el gran público. Pero solo era un espejismo. El “Monstruo” acechaba de nuevo…
Los primeros héroes del Pikes Peak del siglo XXI
Desde que Nobuhiro “Monster” Tajima se subió al carro del Pikes Peak en los años 90 con sus monstruosos Suzuki, la competición ha ganado en popularidad a nivel internacional. De hecho, en la década pasada varias marcas se atrevieron a participar dentro de la categoría Unlimited en busca de superar los récords Tajima (imbatido entre 2006 y 2011 con el Suzuki XL7 y más tarde SX4).
Un objetivo que se escapó a marcas como Ford, Dacia o Mini, algunas de las que lo probaron, y siempre de la mano de grandes pilotos como Marcus Grönholm, Jean Philippe-Dayraut o Andreas Eriksson por citar algunos. Por su parte, otras firmas como Peugeot o Hyundai sí que han logrado hacerse con la ansiada victoria.
Precisamente el proyecto de la marca coreana ha sido el más estable y el único preparado a medio plazo para lograr el triunfo el Pikes Peak. Así, el piloto Rhys Millen (hijo de Rod Millen) ha seguido el legado de su padre y se ha encargado de poner en pista automóviles tan espectaculares como el bólido PM570P, prototipo que tenía más apariencia de coche de Le Mans que de coche de montaña. Aún así, sorprendentemente, Rhys Millen se hizo con la victoria absoluta en 2012 pilotando un más modesto Hyundai Genesis Coupé.
Otro piloto sin el que no podríamos entender Pikes Peak es Paul Dallenbach, el ídolo local que primero se las vio con Tajima, y que ha sido protagonista del evento durante muchos años pilotando un “bicho” de cerca de 1300 CV y fabricación artesanal.
El asfaltado del recorrido, una lacra para la prueba
Pero el Pikes Peak afrontó también en la pasada década un grave problema que dividió a competidores y organizadores: el asfaltado del recorrido. Como veíamos en los vídeos de épocas anteriores, el Pikes Peak disfrutaba de una magia especial al ser una subida sobre tierra.
Lamentablemente, desde hace años y por motivos medioambientales, grupos ecologistas han estado haciendo presión para que se asfaltase la carretera entera del Pikes Peak, alegando que la subida de los centenares de miles de visitantes que la montaña recibe cada año están erosionando su silueta, y finalmente consiguieron su propósito.
De hecho, el cambio se empezó con el asfaltado de la parte inicial de la subida, cosa que ya desató las iras de pilotos y aficionados, ya que se consiguió bajar tiempos a costa de perder la “esencia de la prueba”. Lo que no sabían es que el problema se iba a agravar y que, desde 2012, la subida al Pikes Peak ya está asfaltada de principio a fin.
Como consecuencia, con el paulatino asfaltado de la pista el gran aliciente que desde hace décadas reinaba en la competición (el conseguir bajar de los 10 minutos de tiempo en completar la subida) ya ha quedado en el olvido. Si Rod Millen con su Celica «atómico» se quedaba a 4 segundos de romper la barrera de los 10 minutos en 1997, en 2011 y ya con zonas asfaltadas, “Monster” Tajima pulverizó el record anterior en 10 segundos y lo dejó en 9.51.278. Se daba por concluida una etapa.
Sébastien Loeb y la confirmación del final de una era
En esta historia a la subida al Pikes Peak pondremos el punto y final en 2013. Porque ese año, Peugeot Sport volvió a centrar su mirada en la gran montaña de Colorado y decidió que Sébastien Loeb, tras retirarse del Mundial de Rallyes, podía liderar un apasionante proyecto para volver a llevar un coche de la marca del león al escalón más alto del podio de Pikes Peak.
Y así lo hizo el piloto alsaciano, que a manos del impresionante Peugeot 208 T16, y sin haber visitado nunca antes este evento, se plantó en la cumbre de la montaña marcando un estratosférico tiempo de 8:13.878, desde entonces récord absoluto e imbatible en vehículos de combustión.
Una vez más, vamos con un vídeo imprescindible para captar la esencia del Pikes Peak.
Pikes Peak, abanderado del automovilismo más eficiente
Como decíamos, con el récord de Loeb acaba, para nosotros, el interés del Pikes Peak. El marketing que genera la prueba sigue siendo un gran foco de interés para los fabricantes, pero con el momento actual de esta industria, los únicos proyectos que llegan a la subida americana tienen nombre y apellido: coche eléctrico.
Primero fue el mismo Monster Tajima con sus propios vehículos eléctricos, y muchos más le han seguido. El zenit se encuentra, de momento, en el récord logrado por Romain Dumas al volante del coche eléctrico de Volkswagen diseñado específicamente para esta prueba, el Volkswagen ID R. Con él, el francés batió a Loeb y situó el crono en 7:57.148, para decepción de los que soñábamos con que el tiempo de Loeb fuera eterno.
Solo el tiempo dirá dónde está el límite de los coches eléctricos en el Pikes Peak, donde posiblemente tengan todavía margen de mejora. Para nosotros, en cambio, el único consuelo seguirá en Youtube, de la mano de los vídeos de las épocas doradas.
Sea como sea, larga vida a la subida al Pikes Peak, uno de esos iconos de nuestro deporte que, aunque adaptada a los tiempos actuales, esperamos que nunca desaparezca.
Texto: Sergi Blasco. Todas las imágenes son propiedad de sus autores originales.