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Rallye Festival Trasmiera: Un festival para los 5 sentidos

 mayo 19, 2018

Por  Jaume Poch

Tras varios años oyendo hablar de él, viendo las imágenes en las redes y siéndome recomendado por cada vez más gente, al final ocurrió lo que tenía que ocurrir: acudí al Rallye Festival Trasmiera. No podía hacer menos ante tanta insistencia directa e indirecta… mi primera experiencia en Cantabria, a continuación.

Arrancando la aventura el jueves de madrugada, a mediodía llegamos a los Valles Pasiegos, donde nos esperaba un señor plato de alubias y una tortilla rellena de bonito para reponer fuerzas tras el viaje desde la provincia de Barcelona. Había que recuperarse y coger fuerzas para empezar a vivir este evento, pues aunque solo era el primer día , ya de buen comienzo se antojaba muy intenso. ¡Y vaya si lo fue!

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En un rallye en formato Legend debes saber a lo que vas: se trata de una exhibición y como tal, los cronómetros se guardan en casa en esta ocasión. Sabía que veríamos muchos, muchísimos coches, únicos la mayor parte de ellos. Y nombres conocidos, muchos nombres conocidos.

Quizá lo que no me imaginaba era hasta qué punto me abrumaría tal cantidad de todo esto. Y lo que tampoco me imaginaba es la impresionante proximidad con la que los aficionados pueden acercarse a los coches y pilotos y vivir de primera mano una experiencia única.

Pero pongamos un orden para tratar los distintos temas. Este orden lo forman los cinco sentidos que se ejercitan cuando se acude al Rallye Festival Trasmiera: vista, tacto, oído, olfato y gusto.

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1) Vista

Uno de los muchos aspectos que me impresionó era también el que me esperaba: disfrutar de poder ver en vivo y en directo aquellos coches que siempre había visto en imágenes, pero aún no había tenido la oportunidad de verlos en acción. Y si los había visto, no en tal cantidad.

A mi cerebro le costaba asimilar tener 4 Peugeot 205 T16 en sus dos evoluciones o 2 Audi Sport Quattro ex-works y uno réplica. También le costaba entender que había casi media docena de Metro 6R4 y le saltaban chispas al tener hasta 5 WRC o 5 Kit Cars en pocos metros cuadrados. Y muchos, muchos otros coches con auténtico pedigrí.

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Posiblemente la mayor gracia del evento sea esta, no solamente ver coches «como el de…», sino ver «el coche que fue de…», el auténtico, el original. Solo de cabeza, me salen:

  • El Ford Sierra de Didier Auriol
  • El Ford Sierra Sapphire de Franco Cunico
  • El Volkswagen Golf GTI de Salvador Serviá
  • El Mitsuhishi Galant VR4 de Ricardo Avero
  • El Subaru Legacy de Bertie Fischer
  • El 206 WRC de Richard Burns
  • El Escort WRC de Juha Kankkunen

 

O el otro Escort WRC de Cunico. O los Lancia 037 de Cardín y Capone, o Lancia Stratos… lo cierto es que uno no puede asumir tanto pedigrí sin acabar entrando en una especie de trance.

Y naturalmente, otro de los focos de atención son sin duda los preciosos paisajes de los que se envuelve la prueba. Cantabria es preciosa. Verde, más verde, bosque, animales salvajes, saltos de agua, acantilados, vacas presenciando el rallye a nuestro lado… casi, casi tan precioso como las máquinas que recorren la provincia.

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2) Tacto

Para rizar el rizo, la proximidad entre aficionados y pilotos que se respira en este evento llega hasta el punto de tener la oportunidad de montarse en el bacquet de Robert Reid por un momento (cortesía de los Garrido). La oficina que usaban Richard Burns y Robert Reid a mi alcance. Todos los botones, palancas, pantallas… dispuestos ante mí. Y esto no ocurre todos los días.

Tampoco ocurre muy a menudo tener, por poner otro ejemplo, un 205 T16 Evo2 abierto de par en par con todas sus entrañas mecánicas al descubierto. Tocar el colector de admisión, las correas o el intercooler de uno de los coches más emblemáticos de la historia de los rallyes. Y para un apasionado y profesional de la mecánica como yo, esto es como estar en el cielo. No todos los días puede uno pasar suavemente los dedos por el alerón de estas bestias de los rallyes, notar de qué están hechos estos mitos con ruedas, notar y sentir cada centímetro de aquellas bestias que dominaron los tramos cronometrados del mundo entero en su momento.

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3) Oído

Desde la sinfonía de un V6 Ferrari hasta el bramido enloquecido de un 5 cilindros Audi, cualquier melodía es posible escucharla en Trasmiera. El agudo sonido atmosférico de los Kit Car, M3 y Escort.

El ensordecedor V8 del Vauxhall Firenza o el petardeo de los motores WRC modernos; cualquiera de ellos resulta idílico escucharlo subir por las paellas del tramo de Asón. Cerrar los ojos, agudizar el oído y dejarse llevar…

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4) Olfato

Porque nos gusta el olor a gasolina, a gasolina de la buena. En la cuneta comentábamos sobre los distintos olores que dejaban los participantes a su paso, pudiendo adivinar quién usaba 98 y quién usaba «Panta de Naranja» o dicho de otra manera, gasolina de la buena.

Y es que las mecánicas de esas épocas aún desprenden ese olor tan característico de cuando van realmente gordos de inyección/carburación… y nos gusta.

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5) Gusto

Quizás este sea el sentido que menos pega con los rallyes… o no. Porque durante la estancia en Cantabria nos alimentamos como campeones y ahora mismo escribo estas líneas dando buena cuenta de la quesada que me traje de Selaya. Y cada mañana en casa estamos desayunando los mejores sobaos pasiegos que hayamos probado.

Nos gustan los coches, las carreras y el buen comer, así que no podemos estar más satisfechos de nuestra visita al Rallye Festival Trasmiera. En resumen, vimos coches cojonudos, paisajes que enamoran y comimos como marqueses. No parece que podamos pedir demasiado más…

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Y no quisiera cerrar el artículo sobre mi primer Trasmiera con una reflexión. El tiempo pasa rápido, es cierto, tanto que no nos damos apenas cuenta. Y el mundo del motor en este caso te hace darte de bruces con la realidad, te hace ver que han pasado 20, 30 o 40 años desde aquella vez que viste correr «ese coche» en vivo.

Y a mí me sucedió con el Ford Escort WRC de Past-Racing pilotado por Harry Toivonen. Hace 20 años yo ya vi correr este coche en el Rally Catalunya en manos de Kankkunen y Thiry, y recuerdo perfectamente estar en el tramo de La Riba y verlos pasar.

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¿Adónde quiero llegar con esto? Que no llego a los 30 años y ya me siento viejo… Pero la verdad, quiero seguir sintiéndome viejo por muchos años más y que el Rallye Festival Trasmiera me haga sentir más y más viejo cada año, recordando aquellos coches que vi correr cuando era un chaval y que guardan un lugar muy especial en mi memoria. Y seguro que a todos os pasa lo mismo.

Enhorabuena a todos aquellos que hacéis del Trasmiera un evento imprescindible: organización y autoridades, participantes, público. Repetiremos.
 

Nuestros reportajes sobre el Rallye Festival Trasmiera 2018:

Texto: Jaume Poch. Fotos: Sergi Blasco. Todas las imágenes son propiedad de su autor. Todos los derechos reservados.

Jaume Poch


Hijo y sobrino de pilotos, Jaume conoce todas las facetas del motor: trabaja de mecánico, es copiloto ocasional y modelista a tiempo parcial. También tiene las cosas claras: el coche, japonés y gasolina. Usa un Toyota para el día a día y disfruta los fines de semana con un Miata NA.

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