Circuitos

Lágrimas, sonrisas y un sueño cumplido. Viaje a Le Mans Classic 2025 (Parte 1)

 julio 27, 2025

Por  Jaume Poch

Nuestro colaborador Jaume Poch cumplió su sueño y viajó a Le Mans Classic 2025 a bordo de su Mazda Miata NA. Esta es la primera parte de su viaje.

Las 24 Horas de Le Mans, o simplemente el concepto “Le Mans”, caló hondo en mi interior hace ya muchos años. De chiquillo leía, devoraba, los tomos de “El Año Automóvil” que había en casa, comprados por mi padre en su momento. Tomos relativamente sueltos, algunos años consecutivos de finales de los 70, algunos otros de principios de los 80.

El caso es que quedé prendado de lo que ahí leía y de las fotos que ilustraban el resumen anual de la carrera. Los Porsche Martini y Rothmans oficiales, Prototipos, GT's... día, noche, lluvia, sol, relevos, averías, accidentes, épica. Todo aquello me fascinaba, me transmitía un sentimiento y emoción imposibles de explicar aún a día de hoy.

Un poco más tarde, ya algo mayor, la aparición de la videoconsola Play Station en casa no hizo sino aumentar aún más mis crecientes necesidades de empaparme más y más de La Gran Carrera. Naturalmente, uno de los primeros videojuegos que tuve fue la primera versión de “Las 24 Horas de Le Mans”, que representaba la edición de 1998 con muchos de sus protagonistas. Entre ellos, los Panoz Esperante GTR-1. Ya llegaremos a esto.

Ya de adulto (o de intento de...) tuve claro que algún día tenía que vivir en mis propias carnes la carrera, el caso es que o no había dinero, o no tenía con quién ir, o por fechas no podía, o todo junto a la vez, que era lo habitual. Y tardé, tardé mucho más de lo que hubiera deseado en “debutar” en Le Mans, pero así es la vida: perseverancia.

Durante años no me perdí ninguna edición de las 24 Horas, siguiéndola por todos los medios posibles a mi alcance: gracias, Internet.

Y llegó 2023. El año del Centenario, pues la primera edición se disputó en 1923. Y para esa sí que fue un “ahora o nunca”. Así que nos juntamos con buenos amigos y para allí que nos fuimos. Lo pasé mal, no lo disfruté, no lo viví como esperaba. Aquella edición superó todos los récords de todo lo superable. Y me superó a mí. Lo sufrí, casi podría decirse. Y a la vuelta, en casa, la sensación era una mezcla muy rara de un poquito de ilusión por quitarme una espina, y una gran desilusión porque realmente no disfruté nada, no saboreé ese momento único como quería haberlo hecho. Así que juré todo lo que pude jurar a que volvería, y esta vez no tenía ninguna intención de esperar a que pasaran los años. Y juré que cuando volviera, iba a disfrutarlo como me merecía, porque me lo merecía.

Además, y como apunte paralelo al tema, también hacía años que quería hacerme un viaje chulo con mi Mazda MX-5/Miata. Le Mans y Miata, ¿qué más necesitaba para liarme? Alguien que me apoyara. Y ahí entra mi pareja, Laia, a quién debería hacerle un monumento porque hay que tener valor para dejarse liar con semejante aventura... 10-12h de viaje con un coche pequeño, duro, ruidoso y sin aire acondicionado. Y en pleno verano. Olé!

Dado que la experiencia en las 24 Horas “modernas” de 2023 fue poco agradable, la elección estaba clara: Le Mans Classic 2025. E iríamos con el Miata, con toda la intención de sentirnos parte del evento, de disfrutar del coche y de vivir un viaje único. Y vaya si lo acabó siendo...

A finales de 2024, el amigo Diego me gestionó el tema de entradas, lleva ya varios Le Mans a cuestas: “cómprame lo mismo que tu”. Hay que saber en quién confiar, y con Diego, a ciegas. Durante junio me dediqué a dejar el coche a punto, bien repasado de todo. Decidí montar el techo de fibra y desmontar la capota de lona entera para ganar algo de espacio interior, y fue un acierto, pues “espacio de carga” y “Miata” son dos conceptos antagónicos.

Pese a ser un coche japonés de los 90, de los que no rompen ni queriendo, no quería dejar nada al azar de todo aquello que fuera predecible y controlable. Ah, iluso de mí... la vida me tenía preparada alguna sorpresa.

El jueves 3 de Julio, salimos a las 3 de la madrugada de casa, para aprovechar el máximo de horas nocturnas y evitar el calor. En serio, no os hacéis a la idea de lo caluroso que llega a ser un Miata NA sin A/C. A eso de las 8 y algo, paramos poco pasado Toulouse a estirar las patas y almorzar. Y allí ya nos dimos cuenta de que Le Mans Classic era algo superior.

Aparcamos al lado de un 911 Targa de primeros de los '70, y resultó que también iban a LMC. Estábamos a 600km de Le Mans y ya se olía el ambiente... pero es que al rato, aparecieron en el Área de Servicio varios Mustang, un Shelby 350GT (o réplica de), un Cobra que daba miedo... alucinaba pepinillos. Y todos iban a Le Mans.

“Ves cariño, siempre hay alguien más pijo que uno mismo...” le decía a Laia mientras no daba crédito a la situación. “Si, si... lo hay más pijo, lo hay” me respondía. “Si, si... ya ves”. “No Jaume no, que no lo has visto: mira ESO”. Y giré la cabeza. Y apareció aparcado a dos plazas de nosotros un Ford GT40 armado hasta los dientes, matriculado. No daba crédito. No lo doy ahora, aún. Sigo traumado.

Pero sigamos... arrancamos y a echar otras tantas horas y kilómetros. Hay que decir que el tiempo era nublado, lo que nos ahorró un buen sufrimiento y pérdida de líquidos en forma de sudor a chorro. Al menos, hasta las 16.15h... El viaje siguió caluroso y placentero hasta llegar a la Gâre de Péage de St. Christophe, a escasos 54km de Le Mans. Acercándonos al peaje, escuchamos “clinc-clanc-CLONC” y automáticamente se encendió la luz de fallo de alternador y la temperatura se disparó arriba del todo. Supe al instante que habían saltado las dos correas de accesorios y como no parara el coche, iba a freír la junta de la culata.

En cuestión de segundos agarré el ticket, di un acelerón para llegar al parking que (gracias a dios) había pasado la garita del peaje y al instante paré el motor y aparqué por inercia. Abrí el capó y no daba crédito a lo que estaba viendo: los 4 tornillos de la polea del cigüeñal que acciona la bomba de agua, el alternador y la servodirección, se habían partido y la polea y las correas (gracias a dios otra vez) estaban en el cubrecárter debajo del motor y no se habían caído por la carretera.

Una de cal y una de arena: tirados como una colilla al lado de Le Mans, pero con las piezas en la mano. Pero sin posibilidad de reparar nada. Era imposible creer que lo que era el viaje de mis sueños se terminaba antes de empezar, con el objetivo a la vista. Increíble. No podía ser verdad. No a mí. No esta vez. No, simple y llanamente, NO. Pero sí. Calma. Sobre todo, calma. No sé si el hecho de ser mecánico me ayudó o me desquició. El problema ya lo tenemos, ¿verdad? Pues vayamos a buscar soluciones. Cabrearse, llorar, patalear, desmoronarse... no iba a servir de nada para salir del apuro, así que a espabilarse.

Entre los múltiples intentos de conseguir llamar a una grúa se pararon varias personas, entre ellas los colegas Albert y Pedro con su cuadrilla que también venían desde Barcelona, que no dudaron en sacar herramientas y todo lo que tenían a bordo para intentar algo. Ellos también tuvieron problemas mecánicos durante su viaje... no se pudo arreglar nada, pero al menos sí que nos inyectaron una buena dosis de moral, filosofía y buen humor. ¡Gracias chicos!

Tras dos horas de angustia, conseguimos que llegara una grúa y nos llevara a un taller. El tema era que yo quería ir en grúa a Le Mans para, al menos, estar allí ya y disfrutar del Classic y ya luego espabilarse de una manera u otra. Pero no, el tipo nos dejó en un taller a 4km del peaje, y yo no entendía nada. ¿Cuál fue el tema? Que el mismo gruista era el mecánico y nos trajo a su taller.

Le expliqué que yo también soy mecánico y supongo que la afinidad profesional hizo que nos entendiéramos. Literalmente le dije “mira, me da igual como lo arregles, si crees que funcionará el apaño, adelante, confío en ti”. Le explicamos que íbamos a Le Mans Classic desde Barcelona, y el tipo se hizo cargo de la situación. Para llegar a Le Mans, nos alquiló su coche de los recados, un Ibiza 2010 diésel tricilíndrico... ¡versión comercial! Sin asientos traseros, todo espacio de carga. Al menos no iríamos jugando al Tetris con el equipaje como en el Mazda... hay que verle el lado positivo a la vida. Always look on the bright side of life, cantaban en La Vida de Bryan, ¿no? Pues eso.

Arrancamos el motocultor y ale, rumbo a Le Mans.

Yo, para entonces, llevaba un cacao emocional muy gordo por todo lo sucedido. Y andando que andarás, de repente me di cuenta de que estábamos enfilando Les Hunaudiéres al revés, dirección al apartamento que teníamos alquilado a 5 minutos del circuito.

Me di cuenta de Les Hunaudiéres. Y lloré. Rompí a llorar que no podía con mi alma. 2 horas antes, todo se había terminado en una cuneta de autopista a 54km de cumplir mi sueño, de una manera inexplicable. Inexplicable y cruel. Todo el esfuerzo, especialmente económico, al garete. Y ahora, estaba en Les Hunaudiéres casi de casualidad. Todo empezaba a ponerse otra vez en orden.

Hay quién cree en deidades, personajes o figuras. Yo simplemente pienso que la vida a veces te pone retos para demostrarse a uno mismo su capacidad de superación y aprendizaje. Y nos demostramos estar listos para esto, y mucho más. ¡Reto superado! Llegamos a Le Mans, nuestro anfitrión Jimmy estaba al tanto de la situación y en todo momento nos prestó ayuda telefónica, contactos, ánimos y tranquilidad. Una maravillosa persona, os lo prometo.

Descargamos, fuimos a comprar víveres, pasamos el resto de tarde y nos tiramos a la cama, absolutamente agotados en todos los sentidos... a la mañana siguiente empezaba la fiesta de verdad y teníamos que estar al 200%.

Lo mejor está por llegar, ¿nos leemos en la Parte 2?

PD. Esa polea la había desmontado yo mismo hacía 15.000km cuando hice correas, y un mal trabajo no dura 15.000km, es que no dura ni 50. En este aspecto estoy tranquilo, pero no logro dar una explicación a la avería. Pienso que puede ser una mezcla de factores: muchas horas a 4.100 rpm constantes, esto no le había pasado nunca al motor. Temperatura muy alta a un régimen elevado. Quién sabe si la mezcla de vibraciones, resonancias, dilataciones... provocó este desaguisado. Habrá que estudiarlo.

Fotos: Unai Ona, Prensa Peter Auto, Jaume Poch. Todas las imágenes son propiedad de su autor. Todos los derechos reservados.

Jaume Poch


Hijo y sobrino de pilotos, Jaume conoce todas las facetas del motor: trabaja de mecánico, es copiloto ocasional y modelista a tiempo parcial. También tiene las cosas claras: el coche, japonés y gasolina. Usa un Toyota para el día a día y disfruta los fines de semana con un Miata NA.

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