Viajes

Lágrimas, sonrisas y un sueño cumplido. Viaje a Le Mans Classic 2025 (Parte 2)

 julio 31, 2025

Por  Jaume Poch

Prosigue la crónica del viaje de nuestro colaborador Jaume Poch a Le Mans Classic 2025 a bordo de un Mazda Miata NA. No te pierdas la Parte 1 del viaje. Ahora sí, llegamos al circuito... y esto es lo que vimos.

Recuperamos el hilo de esta aventura en la que se convirtió nuestra visita a Le Mans Classic 2025. El viernes 4 de julio, tardé poco en saltar de la cama al toque del despertador. Ducha, almuerzo y con el motocultor Ibiza directos hacia el circuito.

Nos alojamos a 5 minutos de la pista, así que el desplazamiento pronto lo tuvimos memorizado. A primera hora estábamos allí, nos encontramos ya con los compañeros cántabros y luego con el único representante de la delegación euskaldun, dispuestos a dejarnos la piel al sol. Que oye, de temperatura andábamos la mar de bien, pero ese día el sol salió valiente y dispuesto a apurar los botes de crema solar.

Puesta al día de las distintas vidas de cada cuál y a ver los Gr.C en el puente Dunlop, la primera sesión del día. El plan era ver el Gr.C y luego los Endurance Legends en el mismo sitio, con la Porsche Classic Le Mans en medio.

Y aquí quería hacer un poco de hincapié en un detalle que quisiera matizar antes de que nadie pueda ofenderse.

Le Mans Classic comprende, como sabéis, categorías o parrillas que van desde la Preguerra hasta los años 70, siendo hasta ahora (ya que a partir de 2026 el formato del evento cambia) carreras soporte los “más modernos”: los Gr.C y los Endurance Legends (90's-00's). Todas y cada una de las seis parrillas “Clásicas” son una auténtica pasada, con coches preciosos y auténticas joyas.

Pero precisamente Le Mans Classic permite a todo aficionado revivir y rememorar aquellas épocas con las que cada cual vivió o soñó, o le tocó vivir.

Y nosotros somos nacidos en los 80 y 90, por lo que como podéis comprender, las categorías que más queríamos, queremos y querremos ver en el futuro son estas: los años 80, 90 y 2000, aquellos coches con los que vivimos y soñamos en nuestra infancia y adolescencia. Y no teníamos la menor intención de perdernos detalle.

Todo esto, insisto, sin menospreciar ni muchísimo menos a los “Classic” de verdad, pero en LMC o te centras en lo que te interesa, o pierdes el norte. Porque lo que se vive allí, es muy bestia.

A todo esto, a media mañana sobre las 11h, “messieur mécanicien” nos llamó que ya tenía el Mazda a punto, así que no podíamos estar más contentos. No sabéis cuánto se lo agradecimos. Un buen profesional. Cuando se acabó la sesión de los Endurance Legends, para hacer tiempo entre comer e ir a por el Miata, unos tiramos por allí, otros por allá y con Laia fuimos a ver un rato el Village y la Tienda Oficial al lado del museo. Para la visita al museo no nos daba el tiempo, así que lo dejamos para el sábado.

A mediodía tras comer (en hora francesa) fuimos a por el Mazda, devolvimos el Ibiza al taller y regresamos. ¡Ahora sí habíamos ido a Le Mans con el Miata! Y pensar que el día anterior podríamos haber hecho Les Hunaudiéres, Indianápolis y Arnage con el coche... otro día será. Estábamos en Le Mans y habíamos aparcado el Mazda en el Parking Panorama, no podíamos pedir más.

A partir de ese momento, a media tarde, nos dedicamos a visitar la zona del village, estudiar los Paddocks, empaparnos del ambiente y acabar de aterrizar, de comprender de que sí, que realmente estábamos viviendo este momento. Llegó la noche y con ella, la magia de Le Mans Classic.

Me gustó y alucinó a partes iguales la convergencia de varios mundos: el de las carreras, el de la fiesta, el del coleccionista... uno puede pasarse el fin de semana viendo carreras, ignorando completamente el resto de evento. O puede uno mismo, pasarse el fin de semana de fiesta temática “vintage” con conciertos y actuaciones, pasando de las carreras. O puede uno pasarse el día comprando y vendiendo cosas, intercambiando opiniones con los distintos miembros de Clubs, y pasar del resto. O tirarse el fin de semana en el camping con sencillamente el ambiente en general. Me pareció maravilloso.

A la hora de cenar fuimos a Arnage a ver los Endurance Legends, para luego volver a subir a la parte alta del circuito a disfrutar con el ambiente nocturno.

Se hizo de noche, comimos algo y a una hora prudente, con coches en pista aún, decidimos hacer una retirada prudente para coger fuerzas para la dupla Sábado-Domingo, dónde, si uno quiere, puede tirarse más de 24 horas (30h para ser exactos) sin dejar de ver la actividad en pista, ininterrumpida desde las 9:15h del Sábado hasta las 16h del Domingo.

El sábado aprovechamos la pre-parrilla de la última carrera de la Porsche Classic Le Mans para acercarnos a la zona de Maison Blanche-Karting (los paddocks de las carreras soporte estaban ahí, lejos) para verlos de cerca mientras los Endurance Legends estaban en pista.

Luego, y dado que los Gr.C salían a pista y los Endurance Legends entraban en Paddock, el cacao de gente en esa zona era impresionante así que aprovechamos el momento para liquidar un tema importante: visitar el museo e ir a visitar las tiendas varias donde uno puede arruinarse sin esfuerzo en tan sólo un par de pasillos. Libros, maquetas, relojes, arte, piezas, recambios...

En algún momento del día, nuestro compañero Lander insistió en ir al Paddock correspondiente en búsqueda de Eric van de Poele, para que le firmara unas fotos. Le encontramos, nos firmó algunas cosillas, nos sacamos una foto y comentamos un poco la época del CET con el Nissan Primera Repsol o las épocas como compañero de equipo del añorado Fermín Vélez en la IMSA con el Ferrari 333 SP.

Muy simpático y amable. Y con esto de las firmas, llega la anécdota del fin de semana con permiso del Miata y su polea. Anteriormente, y cito textualmente, he dicho: “uno de los primeros videojuegos que tuve fue la primera versión de “Las 24 Horas de Le Mans”, que representaba la edición de 1998 con muchos de sus protagonistas. Entre ellos, los Panoz Esperante GTR-1.

Como algunos ya sabréis y si no, lo sabréis ahora, tengo como una especie de fetiche, de fijación hasta puntos de obsesión con el Panoz Esperante GTR-1. Ya fuera culpa del videojuego, de las revistas, de internet o de lo que fuera, este coche quedó fijado en mi imaginario y la fascinación que siento por este aparato es total y absoluta.

Otro día hablaremos largo y tendido del tema Panoz, pero ahora a lo que íbamos: días antes de salir de viaje, mirando por encima las listas de incritos, vi a Andy Wallace en el Plateau 3 con un Jaguar D-Type de 1955 y tuve la misma pensada que Lander con Van de Poele: me llevé un Esperante de slot que tengo coleccionado (tengo todos los que sacaron) que condujera Wallace en 1997 con la decoración blanca a trazos de colores verde, azul y rojo con la idea de ir a ver si le pillaba, y me lo firmaba.

Aún fue más fácil.

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No tenía ni idea de que había sesiones de firma de autógrafos. Para estas cosas nuestro amigo Lander es un lince y está en todas, lo comentamos y fuimos para allá, no sin antes pasar por algunas tiendas de maquetas a ver si pillaba algún otro Panoz. Cayeron dos 1:43, uno de Wallace Le Mans '98 y el otro, el negro de DAMS de 1997. Y fuimos a hacer cola.

Y cuando fue el turno (Wallace era el primero, además), al tipo le cambió la cara y se echó unas risas al ver que en vez de unos Jaguar XJR-9 con el que ganara las 24 Horas en 1988, le ponía a firmar el coche más raro (y uno de los más míticos de Le Mans, también) que ha pilotado en toda su carrera deportiva. Sin duda le gustó, porque inmediatamente me empezó a contar cosillas sobre el coche y el equipo, y alguna anécdota personal que le sucediera en carrera, y charlamos un poco sobre el coche y el proyecto Panoz GT1 en general.

Ya os podéis imaginar cómo andaba yo, ¡feliz como una perdiz!

Aprovechamos la ocasión para recolectar algunas firmas más como Éric Hélary, Jürgen Barth, Gérard Larrouse o Anne-Charlotte Vernay entre otros y a seguir la visita. No soy coleccionista de firmas y fotos y no suelo ir detrás de nadie salvo en contadas ocasiones. Si se da, no pierdo momento. Si no, no persigo. Pero sí que hay algunos casos concretos que oye, hace ilusión una firmita o una foto.

Un rato más tarde fuimos de nuevo a ver los Paddocks de los Gr.C y Endurance Legends, esta vez sí, con calma. La pena que a esas horas ya estaban muchos coches tapados... entre ellos, el Panoz. Aunque en esta ocasión, era un LMP Roadster S, la versión abierta del Esperante podría decirse, por concepto. Era la primera vez que veía uno y oye, tras el Esperante no le hago ningún feo, eh... me encanta. Me suelen gustar las cosas raras.

La verdad es que poder ver estos coches tan de cerca, en ocasiones tan al detalle, sin agobios de gente (si sabes a qué hora ir), con total tranquilidad... parece algo impensable fuera de Le Mans Classic. En alguno se apreciaban restos de luchas en pista, y un Aston Martin GT acabó destrozado el día anterior por un fuerte accidente en Indianápolis. No van en broma, en pista.

Luego pasamos al Paddock de los Gr.C y la tónica era la misma: absoluta tranquilidad. Maravilloso, otra vez.

Y con estos mismos Gr.C en mente, ya teníamos pensado el plan para el domingo: madrugar mucho para ver la última carrera de la categoría, a disputarse a las 5:50h de la madrugada. Durante la noche llovió a mares hasta el punto que varios incidentes en pista pararon el evento varias horas y hubo cancelaciones de parrillas.

De madrugada seguía lloviendo y había bajado mucho la temperatura, aun así nos colocamos en la bajada Dunlop viendo la “S” después del puente y disfrutamos de un bonito espectáculo visual: las estelas de agua levantadas por estos coches con efecto suelo junto con las luces del circuito, creaban una imagen bucólica. Algunas unidades no las vimos correr, no sabemos si con la complicada meteorología algunos equipos prefirieron no arriesgar unidades casi únicas y esperar a otra edición futura.

En todo caso, los que si vimos en ese momento, me resultaron más bonitos aún que las otras veces que los había visto en otros sitios. Quizá la situación del momento, tan “Le Mans” de madrugada con frío y lluvia, y tiempo cambiante, con prototipos turbo de los años 80, las luces, los reflejos...

Los Porsche 962C de últimas generaciones, como el Momo, o el Joest. Los 962 tradicionales, en distintas configuraciones aerodinámicas. Los distintos Nissan, Spice, Tiga o Rondeau. Y de los que vimos en otras sesiones, imposible olvidar el sonido de tanto el Peugeot 905 Evo como el Lola T92/10 con sus motores atmosféricos de 3,5 litros aullando en dirección Tertre Rouge y Hunaudiéres allá...

La carrera se suspendería a poco para el final por bandera roja, al salirse sin consecuencias un participante e impidiendo el rescate acabar la carrera. A esas horas, sobre las 6.30h y con el tiempo absolutamente lamentable que estaba haciendo, sólo había dos opciones: quedarse fríos y mojados o volver a casa, descansar bien un rato, preparar el regreso y ya ir a ver las últimas carreras en Arnage antes de partir tal como se acabara el evento.

Como ya decía antes, disfrutamos totalmente con todas las categorías presentes, pero ante semejante magnitud decidimos centrarnos en aquellas que más nos representaban, por generación. Con los Gr.C quedamos más que satisfechos, aunque echamos en falta algún Jaguar o Sauber para acabar de amenizar la fiesta. Al menos, estos coches ya los habíamos podido disfrutar de cerca en Montmeló con anterioridad.

Tras levantarnos por segunda vez el mismo día a eso de las 10:30h, hicimos las maletas, nos despedimos de Jimmy y su familia y pusimos rumbo a Arnage para ver las dos últimas pruebas: la carrera del Plateau 3, dónde además corría Andy Wallace y la de los Enurance Legends, que cerraba el evento. El tiempo seguía caprichoso, chubascos a ratos y sol por momentos.

Muy típico de Le Mans... por suerte, para la carrera de los coches más modernos, el cielo cerró el grifo por un rato y permitió que disfrutara como nunca lo he hecho en una carrera. El sentirlo desde dentro.

He visto muchas carreras y muchísimos coches chulos, pero el poder ver los Audi R8 LMP, el mismo Panoz LMP Roadster S, el Dallara SP1, los Dome S101, los Zytek 04S, el Courage C60, el Lola B98/10 o el Lola MG EX257 entre los prototipos. O los Maserati MC12S, que en su momento no corrieron en Le Mans al estar fuera de reglamento, las distintas generaciones de Porsche 911, destacando los 993 GT2 y GT2 Evo, los dos Viper GTS-R, los Marcos Mantara LM500 y el mítico multicolor de Cor Euser, el Mantara LM600. También teníamos el Lotus Elise GT1 que ya viéramos fugazmente en Montmeló hace unos meses, un Saleen S7R, los BMW M3 o los Ferrari 360 Modena entre otros.

Entre los que no salieron a correr el domingo por el motivo que fuera pero sí que vimos en otros momentos, me gustó reencontrarme con un Ferrari 333 SP, que también le tengo cariño especial. Tuvo una salida con golpe bajando de Dunlop el día anterior y ya no salió más. El Bentley Speed 8 de los Lynn y otras dos unidades de Audi R8 LMP fueron los otros tres grandes que no vimos el domingo, quien sabe si la caprichosa meteorología sarthense tendría algo que ver y una vez más, no se quiso arriesgar más de lo necesario.

En esta carrera, dicho sea de paso, disfrutamos mucho con la lucha entre Emmanuel Collard con el Pescarolo C60 y Max Chilton con el Zytek 04S en los compases finales de la carrera, imponiéndose el británico al francés.

Acabada la carrera, aplausos hasta a la brigada de carreteras, que en nada y menos ya estaban desmontado las vallas del circuito para devolverle su carácter de carretera pública. Eficiencia. Por nuestra parte, con Laia nos lo tomamos con la calma de quién no tiene prisa y quiere vivir el momento hasta las últimas consecuencias.

Nos quedamos un rato en Arnage en silencio, nos abrazamos y emprendimos el viaje de vuelta a casa. Eso sí, previamente organizado en dos etapas con parada nocturna en Limoges.

Llegamos el lunes 7 sin el más mínimo problema, el Miata funcionó a la perfección desde que lo sacamos del taller y todo terminó de redondear una experiencia que había empezado con ilusión, y con problemas.

Gracias a todos los que habéis hecho de este, un viaje especial.

Fotos: Unai Ona, Peter Auto

Jaume Poch


Hijo y sobrino de pilotos, Jaume conoce todas las facetas del motor: trabaja de mecánico, es copiloto ocasional y modelista a tiempo parcial. También tiene las cosas claras: el coche, japonés y gasolina. Usa un Toyota para el día a día y disfruta los fines de semana con un Miata NA.

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